La forma en la que percibimos el mundo cambia drásticamente de acuerdo a la edad, pues el cerebro al igual que nuestro cuerpo, también cambia con el tiempo. Y a esto se le puede agregar otros factores como nuestro pasado o experiencias vividas a lo largo de la vida.
Si abriéramos un libro sobre desarrollo psicológicos, veremos pautas bien establecidas y generalizadas sobre cómo se comporta el ser humano dependiendo de un rango de edad, por ejemplo, la etapa del desarrollo del carácter en niños o las emociones intensas combinados con la alza hormonal en adolescentes.
Los adultos mayores también tienen sus propias características psicológicas y neurológicas, pero ante un shock tan grande como lo es la pandemia recientemente vivida, es foco de interés para muchos científicos el saber cómo sobrellevan la carga psicológica en cada edad.
Es ahora cuando se tiene un mayor conocimiento (y se le da más importancia) de los aspectos psicológicos del ser humano a comparación de tiempos anteriores donde se vivió pandemias, guerras, desastres naturales, etc., así que ahora es el mejor momento para analizar y recabar información sobre nuestras reacciones ante tal circunstancia.
Y es ahora cuando ha sido evidente para la ciencia que los factores edad y bienestar psicológica, parecen ir de la mano en una tendencia hacia la alza, es decir, que mientras más edad se tiene, mayor es la fortaleza emocional.
Otro punto a considerar, es que mientras esta fortaleza mental aumenta, la fortaleza física disminuye drásticamente, y es tarea de la ciencia ahondar más en este fenómeno. Además, como antes se mencionó, otros factores externos pueden influir en ello, como la intensidad y cantidad de situaciones estresantes que vive una persona retirada en comparación de una persona en edad productiva.
Todo esto se pretende comprender en este estudio científico, que nos daría una panorama más extenso sobre cómo evolucionará nuestra mente cuando se llegue a una edad más madura.
Los adultos mayores tienen todas las de perder en la pandemia, pero aun así persisten
Este estudio realizado por Laura Carstensen, Yochai Shavit y Jessica Barnes del Departamento de Psicología de la Universidad de Stanford, fue publicada en la revista científica Psychological Science, lleva como título «Las ventajas de la edad en la experiencia emocional persisten incluso bajo la amenaza de la pandemia COVID-19».
A grandes rasgos, el estudio observó un total de mil adultos cuya edad oscila entre los 18 y 76 años de edad, los factores a destacar eran estrictamente emocionales, como la ira, ansiedad, relajación, estrés, entre otros, todos observados en un tiempo determinado.
De antemano, se sabía que las personas mayores a 60 años son aquellos con mayor riesgo frente al virus, pues suelen ser una población que presenta enfermedades crónicas en su mayoría, además que no poseen un sistema inmune fuerte, y por lo tanto hay mayor peligro de mortandad.
Así que lo esperado es que los adultos mayores tuvieran una mayor preocupación y shock emocional ante la pandemia, considerando también que muchos de estas personas viven solas y son a las que más ayuda necesitan, pero que menos se les visita para disminuir riesgos de contagio.
Con la pandemia donde prácticamente la tecnología ha sido un salvavidas para muchos, obteniendo todos los recursos necesarios para sobrevivir en una cuarentena, desde alimentos hasta una forma fácil de comunicarse, es precisamente las generaciones más antiguas las que no pueden hacer uso de dichas tecnologías en su mayoría, complicando aún más su situación.
Sin embargo, y pese a todo pronóstico, los resultados de este estudio arrojaron que la vejez atrae menos preocupación por las consecuencias de la pandemia. Que al menos en términos generales (más no absolutos), las personas de la tercera edad poseen un mejor nivel emocional.
Esta tendencia se comenzó a solidificar a partir de los 50 años en adelante, y los factores de nivel educativo, ingresos económicos y otros, no influían en estos resultados, pues en ambos casos el nivel de estrés era prácticamente el mismo.
Una mirada más profunda al estudio que asegura que mientras más viejo, más feliz se es durante la pandemia
Los adultos jóvenes tienen muchas responsabilidades, desde ocuparse de sus estudios universitarios, atender el trabajo, cuidar de los hijos, conyugue, padres u otros familiares, asegurar el alimento y los medios necesarios para evitar la enfermedad, y llevar un estilo de vida lo más normal posible.
Por otro lado, los adultos mayores tienden a ser apoyados mediante pensiones por parte del gobierno o la de su jubilación, no suelen cuidar más de sus hijos y básicamente solo hace falta los recursos económicos necesarios para poder menguar el impacto de los problemas cotidianos, como contratar ayuda para solventar sus necesidades sin salir de casa.
Es de hecho, todas estas responsabilidades de los adultos más jóvenes, que desgastan en todo sentido su mente, cuerpo y espíritu, pues están en la lucha constante de tratar de lograr sus objetivos, adquiriendo y perfeccionando las habilidades necesarias, corriendo riesgos y tomando decisiones de gran dificultad, todo para poder tener algo de seguridad en un futuro incierto.
Durante la edad productiva, es esta población quienes dedican su vida a la adquisición de bienes económicos y materiales, que al final se convierte en un campo de guerra sin tregua ni trincheras, toda una carrera de obstáculos ,donde muchas veces son más las puertas que se cierran, que las que se abren.
Psicológicamente hablando, a partir de los 50 años, las personas se vuelven cada vez más conscientes de que su permanencia en este mundo es temporal, esto produce una tendencia donde esta población busca actividades más placenteras y que aporten felicidad a su vida.
También la autopercepción cambia con la edad, al calibrar mentalmente hasta qué punto las situaciones externas y triviales deberían impactar en ellos, en pocas palabras, tienen mayor facilidad de aceptar situaciones fuera de su control y de aceptarse a sí mismos tal cual son.
Es una edad donde se tiene un mayor autoconocimiento, conocen sus capacidades, habilidades, confían en su experiencia y la sabiduría que viene con ella, por esto, suelen tener un «colchón» emocional cada vez que reciben un impacto como perder su trabajo debido a la situación.
Los adultos jóvenes son los más propensos a un choque psicológico ante la pandemia
Por otro lado, este estudio también observa por qué los adultos jóvenes son quienes son muy propensos a desarrollar trastornos emocionales durante la emergencia sanitaria por el Covid-19, mostrando alarmantes ascensos de casos de estrés, depresión y ansiedad.
Un factor detonante es la oleada de desempleo que ha dejado la pandemia, que al menos en España ha desaparecido más de 600 mil empleos y contando en lo que va del año de emergencia. Para 2020 se registró un paro del 16.1% de las actividades económicas.
Los adultos jóvenes con contratos temporales, son los que más fueron afectados al resultar en despidos inminentes, y quienes además han sido excluidos de los diferentes puestos de oficina en casa.
Como consecuencia, cerca del 55% de los trabajadores muy jóvenes, han estado en paro completo sin oportunidad de llevar el sustento a sus hogares.
La economía también venía mal antes de la pandemia y ahora se ha agravado, las generaciones más actuales de trabajadores la tienen más difícil al obtener salarios bajos cuando todos los precios no dejan de aumentar en el mercado.
Se estima que el salario actual de un joven trabajador se compara con la media que se ganaba hace 40 años, pero los precios inflados en alimentos, bienes y otros servicios están a la vanguardia.
Los psicólogos apuntan que desde la generación Millenial (que nacieron a partir de la década de los 80), son los más golpeados por trastornos como la ansiedad, presentando un índice mucho más alto de síntomas depresivos que sus predecesores, y los números no parecen dar tregua incluso a las generaciones mucho más jóvenes que van desde los 18 y 24 años de edad.
Se concluye que esta pandemia ha golpeado fuertemente más a las nuevas generaciones, quienes ya se la estaban viendo negras sin una pandemia debido al desempleo mezclado con las altas exigencias laborales solo para recibir un pago apenas aceptable y sin prestaciones como seguro médico.
Sin oportunidad de realizar actividades de esparcimiento y relajación que puedan equilibrar la balanza emocional, ahora tampoco pueden hacer algo por desarrollarse profesionalmente ante el cierre de instituciones educativas y nuevas vacantes ajustadas a sus necesidades.
Todo esto mezclado con otras responsabilidades personales como mantener un hogar funcional, cuidar de la familia, llevar a cabo proyectos, todo bajo las reglas del juego del Covid donde además tiene que velar por su propia salud y la de otros.