El meridiano de Greenwich y cómo divide el tiempo en la Tierra

En el colegio nos enseñaron que nuestro planeta está dividido por líneas imaginarias como los meridianos, paralelos, la línea del Ecuador y el meridiano de Greenwich. Es así como los globos terráqueos terminaban con una especie de cuadrícula del que mucho detalle no comprendíamos por nuestra edad.

Conforme fuimos creciendo y siendo más conscientes del mundo más allá del trozo en el que vivimos toda nuestra vida, nos dimos cuenta que en otros países se hacía de noche mientras que para nosotros el sol iba saliendo, o que mientras sufríamos los calores del verano, al mismo tiempo en otra parte disfrutaban del invierno.

Mientras que en Estados Unidos los niños reciben su regalo de navidad y jugaban a guerras de nieve en el patio, en el extremo sur, tal vez en Argentina, los niños acostumbran a estrenar sus juguetes de navidad al atardecer, cuando el ardiente sol les permitía jugar sin quemarse la piel y deshidratarse por el calor veraniego.

Ahora, de adultos capaces de tomar vacaciones o hacer viajes de negocios en otros países, los meridianos toman un valor mucho más importante, pues las líneas imaginarias se vuelven en un factor muy importante para llegar a tiempo a esa reunión con socios o llegar el día esperado a su destino.

Para quienes viven de viajar, saben que subirse a un avión puede significar viajar en el tiempo y juegan con eso, por ejemplo, hay quienes viajan un domingo porque saben que al llegar a su destino será sábado, un día antes del que partieron y así pueden disfrutar de un «fin de semana largo».

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Todo esto es gracias a las líneas internacionales que nos indican los cambios de hora y fecha. Pero entonces, ¿cómo dieron con este sistema tan complejo que pone a todo el mundo en un estándar donde nadie se vea afectado por estos cambios?

Después de todo, en un mundo altamente globalizado como el actual esto va más allá de un viaje de placer, especialmente para esas empresas multinacionales con sedes del otro lado del mundo donde debe haber una comunicación fluida.

Así funciona Greenwich, el estándar que el mundo obedece para medir el tiempo

Para entender mejor como funciona este estándar solo falta ver el globo terráqueo que aprendimos en el colegio, el que está llena de líneas y cuadrículas. Es aquí donde nos damos cuenta que para hacer más fácil la labor de implementar los husos horarios es dividiendo el planeta.

Si tomamos en cuenta que la Tierra da una rotación completa en 24 horas, entonces qué mejor que dividir el planeta en 24 partes pequeñas, es decir, los 24 meridianos o líneas verticales, cada uno con una diferencia de horario determinada por la altura del Sol.

¿Entonces cómo sabemos hacia dónde se sumas horas o se restan? Moviéndonos hacia el este estaríamos sumando horas, mientras que desplazarnos al oeste los estaríamos restando. 

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Tomando de ejemplo las Islas Canarias, que al estar al oeste del resto del continente Europeo,  tiene una hora menos que muchos países cercanos, por lo que resulta bastante intuitivo saber los cambios de horario de una zona que está horizontalmente distante de otra.

¿Pero qué sucede cuando queremos conocer la diferencia horaria de forma vertical? Es aquí cuando entra al tema el meridiano de Greenwich, una gran línea imaginaria que parte al globo terráqueo en dos de forma vertical, de Polo Norte a Polo Sur.

El Meridiano de Greenwich pasa precisamente por la ciudad de Greenwich en Inglaterra, así como otros siete países como España, Francia, Malí, Argelia, Birkina Faso, Ghana y Togo. Es también aquí el punto de referencia donde las 12:00 PM todo el mundo se ubica en el mismo día.

Desde luego, también tenemos un antimeridiano de Greenwich del que poco se habla y del que pocos se acuerdan, que está ubicado del lado opuesto al meridiano de Greenwich y también tiene su propio encanto.

El antimeridiano de Greenwich, la línea irregular quienes cambian de horario y quienes no

El antimeridiano de Greenwich o meridiano 180° es una línea imaginaria que está en el sentido opuesto al conocido Greenwich y también es contraria al punto de partida de la zona de día.

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Para pilotos de aviones y otros profesionales, el antimeridiano es utilizado para poder conocer en qué parte del planeta se divide en los días, es decir, es la que nos dice en qué lugar es lunes mientras que en otro es martes y da esa sensación de viajar en el tiempo mientras viajamos en avión.

Además, a comparación de la cuadrícula de meridianos y lineas perfectas como el Ecuador, esta es completamente irregular para beneficios de algunos países, principalmente aquellas que son bastante extensas como Rusia o que poseen muchas islas esparcidas a miles de kilómetros.

El antimeridiano comienza en el Polo Norte y baja en línea recta hasta encontrarse con una isla de Rusia, la cual esquiva moviéndose hacia el este para no provocar que la isla termine con un día diferente al resto del país.

Esta línea continua hacia el sur dividiendo el mapa, pasando entre dos líneas que solo les separa 3.8 kilómetros de distancia: Diomede, Rusia, y la isla Little Diomede perteneciente a Estados Unidos. Prácticamente se puede pasar de una isla a otra en cuestiones de minutos, pero eso significaría  pasar de un día a otro también.

Eso recuerda a Lynne Cox, una nadadora de aguas abiertas que en 1987 nadó entre ambas islas como un gesto de amistad y paz entre ambos países enemistados. El trayecto solo duró 2 horas y 5 minutos durante el día, pero al llegar, ya era un día diferente.

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Continuando con el trayecto del antimeridiano, este hace un movimiento zigzagueante antes de incorporarse al meridiano 180° en línea recta hasta llegar a la Polinesia, una zona bastante complicada por todas las islas y países que abarca.

Es aquí donde entramos en cuestiones sociales, económicas y políticas, pues tener diferentes días a pocos kilómetros de distancia no es para nada práctico. Es como tener una empresa cuya matriz está en una ciudad y otras sucursales a tan solo un par de kilómetros de distancia.

Dividir estos pocos kilómetros podría significar que la una sucursal no pueda comunicarse un viernes con su matriz porque allá es un sábado de descanso. Un ejemplo sencillo para lo complejo que es, por ejemplo, para aquellos países que dependen y están a flote prácticamente gracias a Nueva Zelanda, y tener tales diferencias de horarios podrían ser devastadores.

Es así que el antimeridiano hace otro movimiento bastante brusco para tener a esta zona en el mismo día y luego volverse a incorporar a la línea recta 180° hasta llegar al Polo Sur.

Pero los cambios solares no siempre son precisos

Es aquí donde hablamos al aborrecedor horario de verano, una temática bastante debatida pues a nadie les gusta los cambios de su rutina, pero lo cierto es que los cambios, de hecho, son naturales.

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Los cambios de temporada no solo traen diferentes condiciones climáticas, también cambios en los horarios de la luz solar, pues en primavera los días son más largos que en otoño, y este cambio de verano vendría prácticamente a aprovechar mejor la luz solar.

Todo esto es debido a la inclinación de nuestro planeta, pues recordemos que la Tierra no gira al rededor del sol «derecho», más bien lo hace de forma inclinada, justo como se muestran en los modelos de globo terráqueos.

Eso hace que durante seis meses el hemisferio sur tenga días bastante cortos en invierno, pero para cuando la inclinación está del otro lado del Sol, los días son completamente diferentes.

Desafortunadamente, nuestro cuerpo adopta hábitos, que al interrumpirse por eventos como los cambios de horario, produce cansancio, estrés y otras consecuencias como una clase de efecto dominó, que incluso se le ha atribuido el aumento de accidentes en carretera en algunos países.

Al menos podemos agradecer que no vivamos en los polos donde ocurren fenómenos como «el sol de medianoche» esto debido a que en Alaska puede tener zonas donde el día dura seis meses, y los otros seis meses es una noche eterna.

El día de seis meses ocurre entre 21 de marzo y 23 de septiembre, hasta que la noche empieza a adueñarse de la vida cotidiana de sus habitantes, es aquí donde podemos decir que el cambio de horario de 60 minutos no es tan extremos como pensamos y que solo es cuestión de saberla aprovechar y adaptarse.

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