El misterio de la carta que fue leída sin ser abierta

Las cartas escritas a mano reciben el nombre técnico de epístola. Su tradición se remonta al año 500 antes de Cristo, de acuerdo a ciertos historiadores. Hoy en día, nuestras cartas son escritas por PC, aunque solo los románticos deciden optar por el método de usar la pluma para darle un trato más personal a los mensajes de amor para sus parejas.

Cada vez que los historiadores logran descubrir cartas de siglos atrás, se presenta un importante interrogante: cómo reconocer lo que allí está escrito sin tener que abrirla. Las cartas escritas de la actualidad suelen ser enviadas mediante un sobre. Pero hace siglos, no se contaba con esa opción.

Las cartas eran escritas y solían cerrarse con un sello lacrado. Es decir, el remitente de la carta tenía que doblarla a la mitad. El papel era doblado, ocultando su contenido. Estarás pensando que entonces solo es cuestión de eliminar el lacre, que es una especie de goma que se derretía con una vela para poder sellar el mensaje.

Se prefiere no correr riesgos y preservar el documento

Sí, se podría acudir a esa solución tan sencilla. Pero se corren muchos riesgos. Recuerda que se trata de cartas que han sido desde siglos atrás. De modo que el papel doblado ha permanecido tanto tiempo unido, que sería un tanto difícil desplegarlo. Pero además de eso, también entra en juego lo que supondría la antigüedad de la tinta.

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Imagina que a la hora de abrirlo, los restos de tinta estén tan frágiles que por lo mismo se deshagan como si fuesen cenizas. En otras palabras, la tinta se encuentra en una situación muy frágil y vulnerable, debido al paso de los años. Más allá de esto hay que considerar que en el mundo de la historia, siempre se busca conservar todos los hallazgos y prolongar su vida.

En materia de epístolas, el gran logro de los historiadores es poder preservar esos documentos. Pues bien, aludiendo al tema del título de este artículo, la ciencia ha dado una gran ayuda en este tipo de investigaciones. Una carta de hace 300 años pudo ser leída sin necesidad de abrirla.

Una carta en el interior de un buzón postal

Para ello, se acudió al uso de tecnología optimizada como escáner de Rayos X. Es el mismo tipo de tecnología que se implementa hoy en día para el estudio dental. La carta fue prácticamente escaneada desde distintos ángulos, para así concretar lo que los involucrados en esta investigación denominaron cómo “despliegue virtual”.

Esta carta hace parte de un gran lote de cartas de la Colección Brienne. Se trata de un baúl lleno con alrededor de 2.600 cartas. Son epístolas que nunca fueron entregadas y fueron escritas entre el año de 1680 y 1706. De acuerdo al baúl, estas cartas fueron enviadas desde distintos lugares de Europa, hacia La Haya.

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Son cartas que están dobladas sobre sí mismas, ya que como se advirtió anteriormente en esa época no existían sobres como hoy en día. Todas estas cartas son propiedad del Museo voor Communicatie de La Haya. Faltara mucho antes de que logren “desbloquearse” el contenido que cada una posee en su interior.

Tecnología de la época para resolver un enigma de mayor edad

La técnica que se utilizó para escanear la carta es conocida como microtomografía de alta sensibilidad Rayos X. El escáner que realiza esta labor se hace cargo de rastrear los contenidos minerales dentro de los dientes. Gracias a esta misma se pudo identificar los tipos de tinta que posee el papel. Por cierto que también es una opción ideal para analizar pergaminos.

Graham Davis, quien hizo parte de este estudio, explicó que gracias a esta tecnología se pudo reconocer hasta los rastros más pequeños de metal. Sin embargo, a pesar del poder de la tecnología, el proceso de desenterrar la verdad al interior de la carta no fue fácil. Se tuvo que trabajar fuertemente, realizando diversos escaneos.

¿Qué está escrito en el interior de dicha carta?

Pero además se trabajó con la ayuda de un algoritmo computacional, que logró que las imágenes escaneadas fuesen ensambladas. Cuando se logró obtener todo su contenido, el mensaje fue tan claro cómo el agua. Se trata de una carta cuya fecha data del 31 de julio de 1697. En dicha carta se está solicitando el certificado de defunción de una persona denominada como Daniel Le Pers.

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El modo en que se trabajó en develar el contenido de esta carta, supone un gran paso en lo que es la historia de los archivos de la antigüedad. Es la primera vez que se realiza esto con una carta tan antigua. Tal como lo afirmó uno de los miembros del equipo de investigación, permitió que esta carta, que nunca llegó a su destinatario, reconocer otros datos de vital labor sobre las características de la carta.

Se obtuvo otros datos sobre su antigüedad y las condiciones a las que estuvo expuesta durante años, en aquel baúl postal. Sin duda alguna se trata de una técnica fascinante, establecida con tecnología ya existente.  

Ya para cerrar el contenido de esta entrada, no sobra decir que la implementación del sobre en la historia de las epístolas data del año 1840. Antes de eso, se usaba el sistema de plegado y lacrado con cera. Además, las hojas eran producidas a través de plantas, como también de las cortezas de determinados árboles.

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