El Parkinson es una enfermedad que degenera de forma progresiva el sistema nervioso que se encarga de transmitir impulsos eléctricos a nuestro cuerpo, las mismas señales que regulan los movimientos de nuestro cuerpo.
Es debido a esto que los temblores corporales son una de las principales características de esta enfermedad, pero además puede manifestarse con pérdida de movimiento o rigidez muscular que aumenta de intensidad con el paso del tiempo.
Pero no todo se reduce a la forma en la que se mueve la persona afectada, pues el sistema nervioso también controla otros movimientos como los automáticos (parpadear, balancear los brazos al caminar, sonreír, etc.) además de afectar el habla al limitar el movimiento de la lengua, labios y otras partes del cuerpo que implican hablar.
Las complicaciones de la enfermedad que incluso puede causar la muerte están relacionadas con la degeneración de otras funciones motrices vitales como comer (masticar y tragar incluso la saliva), pero también causa afecciones a nivel neurológico causando demencia, confusión, depresión, entre otros.
Desafortunadamente el Parkinson es muy común y aunque existen medicamentos para controlarlo hasta cierto punto, aún no existe una cura pues incluso la causa que produce esta enfermedad es un misterio.
Pero cada día los esfuerzos de los científicos por entender este mal están dando sus frutos, tal y como reportó un equipo de investigadores españoles que encontraron con una pieza importantísima para entender más de esta enfermedad.
Las mitocondrias podrían estar detrás del padecimiento de Parkinson
Durante el desarrollo de un tratamiento para el Parkinson que tomó años de investigación de cada detalle, síntoma y análisis, se logró dar con una pequeña pista de dónde podría estarse dando esta anomalía, pero no fue un camino recto, pues había tantas posibles causas para diferentes efectos.
Pero un hallazgo en las mitocondrias parece estar dando un camino al entendimiento de la enfermedad. Las mitocondrias son células que se encargan de llevar energía a otras células para realizar diferentes funciones, en pocas palabras, funcionan como centros de energía.
Las mitocondrias también proveen a unas células llamadas dopaminérgicas, que prácticamente con células nerviosas que encontramos en el cerebro y se encargan de producir dopamina que está relacionada con procesos físicos como el movimiento, y cognitivos como la motivación y el intelecto.
El déficit del fenotipo dopaminérgico a su vez causó un daño en los axones que prácticamente son los que proveen de dopamina a los neurotransmisores que se encargan del movimiento, y de ahí directamente llegamos al Parkinson.
Es aquí, en la degeneración de las células dopaminérgicas donde ocurre la enfermedad de Parkinson, y eso es algo que ya se sabía hace tiempo, pero no se sabía cómo es que estas células lograban degenerarse.
¿Acaso el Parkinson degeneró las células dopaminérgicas o las células provocaron Parkinson?, ¿las mitocondrias provocan el problema o es la enfermedad las que las afectaron?
Un gran equipo de científicos españoles se dedicó a estudiar más de cerca lo que ocurrían y sus conclusiones las compartieron en un artículo científico en la revista Nature, titulado «La alteración del complejo mitocondrial I induce parkinsonismo progresivo».
Las pruebas se realizaron en animales donde observaron los defectos en las mitocondrias de esta zona y si esto causaba que la enfermedad progresara. Los ratones utilizados para el experimento fueron modificados genéticamente para eliminar un gen involucrado en el desarrollo de estas mitocondrias.
De este modo pudieron observar si eliminando este factor podría dar lugar a la enfermedad. El resultado fue el esperado. Al eliminar este gen (Ndufs2), lograron desarrollar el Parkinson en los ratones.
Aunque a simple vista parecen haber dado con la fuente del problema, lo cierto es que los organismos vivos son más complejos que esto. Habrá que hacerse más estudios para comprender a ciencia cierta cómo ocurren los hechos para poder poner un alto a la enfermedad, ya que no hay forma de controlar este factor en los pacientes humanos que ya tienen la enfermedad.
Este hallazgo apenas ha dado algunas pistas para poder desarrollar mejores tratamientos de control ante los síntomas, pero incluso aunque se sepa exactamente cómo se origina la enfermedad, es apenas uno de los tantos pasos para poder evitar o curar una enfermedad en progreso.