Japón regalará dinero para combatir tanto la escasez de juventud como la sobrepoblación en Tokio

La crisis demográfica de Japón es toda una paradoja, aunque las grandes urbes como Tokio están superpobladas que se ha vuelto un problema, también los japoneses han dejado de tener hijos, causando que gran parte de esta población esté muy envejecida y haya más descensos que nacimientos.

Actualmente, Tokio se ha convertido en una de las áreas más grandes del mundo en cuanto a ocupación poblacional, albergando a casi 14 millones de personas que mantienen saturadas las calles, y los espacios bastantes pequeños.

Muchos de los japoneses de áreas rurales y extranjeros que se han ido a vivir a la gran urbe tokiota, han descubierto con horror que todo ahí es bastante reducido, no por nada se han hecho muy populares los apartamentos de 9 metros cuadrados y hoteles cápsula nada amigables con las personas de grandes tallas o claustrofóbicas.

Los costes de alquiler están disparados, pese a que puedes cruzar de extremo a extremo con solo cinco pasos, donde no hay lugar para la cama, pues es el mismo cuartito para el comedor, la sala de estar, dormitorio y almacenamiento, teniendo que dormir en el suelo en los típicos futones aunque al extranjero le cueste mucho, y solo para que al día siguiente tenga que quitar todo para poder comer o ponerse al día en su trabajo.

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Al salir a trabajar se encuentran con un servicio de trenes subterráneos muy avanzado y tan puntual como un reloj, eso sí, todos tienen que compactarse tanto que el personal del metro tiene que literalmente empujarlos hacia adentro con todas sus fuerzas para poder cerrar las puertas y empezar el recorrido.

Los restaurantes económicos donde se acude a la hora del almuerzo en el trabajo también tienen el mismo patrón, solo un lugar con unos cuantos metros cuadrados, una barra donde se tiene que comer codo a codo con el otro comensal, y apurarse porque hay fila afuera. Sin duda, toda una experiencia que un turista normalmente no experimenta.

Luego del día ajetreado llega la hora de descanso al atardecer, y es entonces cuando la mayor parte de la población sale a tomar el aire fresco a los parques y plazas, normalmente inundadas de personas de la tercera edad.

Y es que resalta la cantidad de personas mayores que hay en Tokio, donde la mayoría de los inquilinos de los pisos y casas, de los que asisten a algunos gimnasios, centros recreativos, templos, dueños de tiendas y demás, son en su mayoría personas con gran cantidad de canas en el cabello, simplemente un escenario surreal.

Es aquí donde nos damos cuenta de la famosa crisis demográfica de la que tanto se habla, uno que convierte a Japón en uno de los países más envejecidos del mundo gracias a su gran longevidad. Por otro lado, la gran presión laboral y desventajas en contra de las mujeres trabajadoras, han hecho que tener una familia e hijos sea toda una utopía.

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Eso no es todo, la misma cultura japonesa que convierte a la gran parte de los jóvenes en personas serias e introvertidas, entremezclada con la cultura laboral tan estricta que absorbe todo de los trabajadores, han conformado la fórmula perfecta para que tener incluso una pareja sea todo un reto y hasta más bien un inconveniente.

En 2018, Japón registró otro de sus números récord en nacimientos, pero con récord nos referimos a que son de los números más bajos históricamente en el país del sol naciente, con menos de 1 millón de bebés que llegaron al mundo, una cifra que compite con los 1.3 millones de decesos en el mismo año.

De los 126 millones de japoneses que actualmente habitan la gran isla, siguiendo la misma tendencia se espera que la población descienda a 88 millones para el año 2065. Y posiblemente para el año 2100, solo haya 55 millones de habitantes, es decir, menos la mitad de lo que hay actualmente y manteniendo su población envejecida.

Los orgullosos japoneses de antaño que se cerraron al mundo y que armaron las murallas diplomáticas más altas para que fuese muy difícil para los extranjeros quedarse a vivir y “contaminar” la raza pura nipona, puede que llegue a su extinción si las cosas continúan así.

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Y dicho panorama aún perdura pese a que las cifras comienzan a apretar el cuello, algo que solamente podría cambiar un cambio en el gobierno japonés en manos de futuros diplomáticos de generaciones más abiertas al extranjero e ideas innovadoras, dando finalmente una era de dinosaurios que hasta los mismos jóvenes japoneses consideran innecesariamente anticuado.

Con el agua hasta el cuello, el gobierno japonés ha hecho de todo para incentivar a los jóvenes a formar una familia con muchos hijos

Desde hace ya una década se podía ver los intentos del gobierno nipón de frenar la baja tasa de natalidad implementando incentivos para los matrimonios que tuvieran un bebé. El apoyo económico para el 2013 era de 3.300 euros anuales hasta los quince años cumplidos.

Para los matrimonios donde ambas partes trabajen, el Estado comenzó a subsidiar guarderías y otros apoyos para poder mantener a los niños sanos, educados y felices a toda costa, pues se trataban de la futura fuerza económica del país.

Pero no todo se resolverá con un incentivo económico, pues también los viejos roles matrimoniales ya no calzan con la forma de personar de los adultos jóvenes más abiertos a nuevos paradigmas y formas de convivencia inspirados en otros países.

Las mujeres japonesas ya no quieren ser la típica ama de casa que levanta toda una casa y familia sobre sus hombros, y ahora no solo quiere, sino que necesitan trabajar para tener un estilo de vida más cómoda.

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El gobierno japonés se ha dado cuenta de que el viejo rol de la mujer japonesa que se encarga de la crianza de los hijos, ha sido todo un freno para traer más niños al mundo y se ha encargado de crear campañas que normalicen la participación también del padre, a la par, también comenzaron a implementar más incentivos para las trabajadoras que son madres.

Para 2023, esta cifra ha aumentado a 7.000 euros de apoyo anuales por cada hijo, según menciona The Japan Times, pero esta jugosa cifra viene con un requisito más, y es la de mudarse a otra área fuera de Tokio, pues si bien el gobierno quiere que haya más japoneses, no es para nada conveniente que sea dentro de la ya apretada urbe.

Otros apoyos para la población en general constan de 23.000 euros anuales para los habitantes de Tokio que prefieran mudarse a residencias en otras regiones del país, desde luego, este monto ayudaría a cubrir gastos de mudanza y subsanaría la pérdida del buen salario que se percibe en la capital.

Además, es bien sabido que la burocracia japonesa es todo un martirio, donde muchas personas de otras zonas tienen que trasladarse a Tokio para poder obtener documentos importantes, sin mencionar que prácticamente muchos se mudan ahí en primer lugar para poder obtener mejores oportunidades laborales y poder vivir la libertad única que en otras áreas solo es un sueño.

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Por todas las desventajas que conlleva salir de Tokio para vivir en un lugar remoto, es que el gobierno ha resuelto en prácticamente adelantarse a todos estos inconvenientes, aunque eso signifique tener pérdidas económicas para otros tipos de obras y avances.

Además, los gobiernos locales de pueblos que están casi en extinción, están interesados en que los jóvenes quieran ir a vivir a un lienzo en blanco, listo para que mentes frescas vayan y levanten la economía local, pero esto sería imposible si no fuera por las campañas el gobierno de Japón.

Para esto, las campañas locales de pueblos rurales en peligro de desaparecer han empezado a tratar de cambiar el panorama que se percibe de un sitio aburrido, recóndito y olvidado por los dioses shinto, y más bien empezar a ofrecer una baja competitividad laboral, traslados cortos en una ciudad más pequeña, menos estrés físico y emocional por la sobrepoblación, pisos mucho más económicos y grandes, y sobre todo, un lugar más apropiado para tener hijos sanos y felices.

Como ejemplo a seguir tienen a Fukuoka, un pequeño pueblo que fue muy astuto en atraer empresas y trabajadores de la tecnología, convirtiéndolo en un punto de referencia para el sector, instalando grandes oficinas que atrajeron la atención de miles de trabajadores que ganaban muy buenos salarios que les alcanzaba para todo debido a los bajos costes de la ciudad.

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¿Realmente estas campañas tendrán el éxito que se espera? Hasta el momento no se sabe si la crisis podrá siquiera frenarse, pero según el gobierno, vale la pena esa inversion de millones por garantizar el futuro de la nación japonesa.

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