La NASA se ha hecho de un nuevo integrante en su colección de robots rover exploradores, y fue bautizado como VIPER «Rover de investigaciones Volátiles y de Exploración Polar, por su siglas en inglés).
Como su nombre lo indica, este curioso rover totalmente cuadrado es un robot vehículo que está destinado a la exploración del Polo Sur de la Luna como una operación dentro de las misiones Artemis.
VIPER dará a los científicos una vista mucho más cercana de aquellas partes inexploradas de la Luna donde se espera que haya vestigios de agua antigua en forma de hielo debido a las bajísimas temperaturas que se registran en esta zona.
Según los reportes en el sitio oficial de la NASA, VIPER estaría aterrizando sobre el suelo lunar en 2023, específicamente en una zona del polo llamado Cráter Nobile del que ahora solamente se le conoce a través de imágenes captadas por la misión Diviner por ahí del 2009.
Durante esa misión, Diviner pudo captar una serie de impresionantes cráteres de diferentes tamaños y un agujero inmenso que es tan profundo que no se puede ver el fondo, justo a un costado tenemos el cráter Nobile, tan antiguo que ya está erosionada.
Nobile también suele llenarse de una oscuridad muy profunda dependiendo de su orientación con respecto al Sol, lo que lo hace perfecto para la búsqueda de agua congelada al mostrar temperaturas de las más bajas de nuestro sistema solar.
Con esta nueva misión, se mapeará la zona en búsqueda de agua superficial y también subterránea, además de tomar otras muestras y mediciones para conocer la diversidad de recursos que pueda haber en esta zona de la Luna.
Se tuvo que usar toda clase de información de diferentes misiones lunares para poder identificar el lugar más apropiado para aterrizar, especialmente porque hablamos de una zona bastante montañosa, eligiendo a Nobile como el sitio más factible. Para poder llegar ahí, la empresa de Elon Musk, SpaceX, enviará su cohete Falcon-Heavy para depositarlo en la cercanía.
Una vez ubicado en la Luna, se espera que VIPER pueda proveer datos verdaderos obtenidas de primera mano y no por instrumentaría de medición de largo alcance, será el momento de la verdad, pues la presencia de agua hasta ahora es solo una teoría.
Una vez que el robot haya obtenido toda clase de muestras y mediciones, se espera tener las suficiente información para saber el origen cósmico de la Luna, cómo ha evolucionado, rastros de su historia, y desde luego, información relevante para las futuras misiones de Artemis donde llevarán al ser humano de nuevo sobre nuestro satélite.
Aunque uno de los más grandes misterios que se quiere revelar es lo que hay en el fondo del inmenso cráter que se llena de oscuridad, el VIPER tendrá que tener cuidado de no caer por mucho tiempo en la sombra, pues necesita de luz solar para recargar sus celdas solares.
Se estima que VIPER explore la zona por 100 días, otro factor que se tomó en cuenta al elegir al cráter Nobile para el descenso, pues sus bordes no son tan empinados, creando rampas perfectas para el tránsito del vehículo.
Aunque esta misión dará pie al entendimiento del ambiente lunar para futuras misiones, los científicos de la NASA han manifestado que por ahora las intenciones son meramente científica y será la prioridad en todo momento, pues será la clave para responder preguntas muy complejas que se han estado buscando, una de ellas posiblemente es corroborar la teoría de que la Luna haya sido parte de nuestro planeta durante su origen.
Los recursos que se pueda extraer durante la exploración también es una gran incógnita que se desea revelar, por ejemplo, saber cómo se han preservado durante billones de años, de dónde vienen, cómo escapan y a donde van.
Algunos factores a tomar en cuenta al momento de elegir un sitio para la recolección de muestras es obtener varias a diferentes profundidades y temperaturas, lo que dará una idea de las diversidades ambientes y materia que pueda albergar la Luna.
La ingeniería detrás de la misión de VIPER
Mucho se comenta que los astronautas llegaron a la Luna montados en una nave espacial con una tecnología no más avanzada que nuestras actuales calculadoras escolares, pero lo cierto, es que durante ese primer alunizaje se obtuvieron datos de vital relevancia.
Fue ya hace cincuenta años que el Apollo 15 elevara el vuelo en el Centro Espacial Kennedy al mando del comandante David Scott, el piloto Alfred Worden y el piloto del Módulo Lunar, James Irwin, los primeros en explorar la Luna por largos periodos utilizando instrumentos científicos más avanzados del momento.
De hecho, la misión Apollo 15 fue la primera oportunidad en que se utilizó el Apollo Lunar Surface Drill (ALSD), el que sería el primer taladro especialmente diseñado para obtener muestras espaciales, además de estrenarse el primer Lunar Roving Vehicle (LRV) que actualmente se le conoce como Rover.
Durante las 67 horas que Apollo 15 estuvo trabajando sobre la superficie lunar, se utilizó uno de las herramientas estrella: el taladro de rotativo de percusión, que utilizaba una mezcla de movimientos de rotación y martillado para crear un agujero perfecto sobre cualquier roca.
Fue así como se obtuvieron las primeras muestras para el estudio de la geología lunar, que revelaría la composición de su suelo y revelaría otros aspectos de su historia, tal y como se ha hecho en nuestro planeta al revelarse las diferentes placas de nuestro suelo.
Para la misión Artemis, la NASA se está asegurando de enviar lo mejor de la tecnología actual, lo que significa la adquisición de un taladro lo suficientemente fuerte para poder con rocas y la preciada agua congelada, y no ocurra lo mismo que en la misión de Marte donde hubo problemas con el taladro por la dureza de las rocas.
Ha sido la empresa Honeybee Robotics el que está detrás del diseño del taladro TRIDENT que será capaz de generar muestras del regolito lunar para su almacenaje y traslado. Este será lo suficientemente largo para poder obtener muestras desde varias profundidades.
TRIDENT, a comparación de sus versiones pasadas manuales en las misiones de Apollo, encuentra su mayor diferencia en su autonomía, pues no necesita que ningún astronauta lo opere. Además, este también será capaz de capturar agua en su estado líquido, taladrando hasta un metro de profundidad.
La minería lunar pronto será una realidad, y VIPER podría estar dando más valor a esta nueva área industrial
No hace mucho nos enteramos de las verdaderas intenciones de conocer la composición de la superficie lunar para su minado, también llamada regolito, que básicamente se compone de la «tierra» superficial, fragmentos de roca y todas esas composiciones minerales que pueden ser nativas de la luna o traídas por impactos de meteoritos.
En ella encontramos diversidad de recursos geológicos como los basaltos (rocas igneas), feldespato (minerales con rastros de aluminio y silicio), plagioclasa (compuesta por sodio, aluminio, sílice y calcio), piroxenos (otro tipo de roca ignea con rastros de sodio, hierro, calcio, litio, magnesio, cromo, aluminio, titanio, manganeso, entre otros).
Y así podríamos mencionar toda clase de minerales que podemos encontrar en las rocas del suelo y de los extensos mares de la Luna que tiene un color muy característico marrón debido a sus concentraciones de silicato, calcio, hierro y magnesio.
Y solo estamos tocando la punta del iceberg con lo poco que se sabe ahora de las muestras recolectadas por el Apollo y otras misiones que se llevaron a cabo en zonas bastante restrictivas, algo que vendría a cambiar el VIPER al explorar uno de los lugares más inhóspitos de la Luna que seguramente nos depara nuevos descubrimientos.
Además, se tendrá la oportunidad de explorar un cráter, es decir, un suelo erosionado provocado por impactos de meteoritos que causaron en su momento que las partículas se excitaran y obtuvieran una cantidad de energía inmensa, fundiendo minerales, pulverizando rocas, vaporizando e incluso mezclando y revolviendo a decenas de metros de profundidad.
Debido a estos impactos que causan temperaturas elevadísimas, también se espera encontrar cristales, minerales fusionados, rocas con implantaciones de gases como helio, hidrógeno y otra clase de gases que posiblemente no hayan sido clasificados.
La idea, finalmente, será conocer cada vez más nuestro satélite para poder obtener materia prima no renovable, es decir, que tarde o temprano podría desaparecer en nuestro planeta y que son imprescindibles para algunos sectores industriales de innovación como la tecnológica.